como una de las tantas de esas que no estuviste.
Llorando y maldiciendo el día en que viniste,
busqué un lugar oculto y siempre inaccesible.
El viejo torreón miraba desde lo alto,
esperando a que llegue el momento de partir.
Y sin pensarlo más tu amor murió en ese salto,
Sin darme apenas tiempo a saber que era vivir.
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